SEXO ANAL
  • Escribe: J. Durán

El sexo anal, o sexo penetrativo peneano, es posible entre varones y entre varón y mujer, y es una práctica muy común entre los homosexuales, bisexuales y travestis de nuestro país y de toda Latinoamérica. A decir verdad, entre varones de todas las preferencias sexuales y genéricas (varones masculinos, varones afeminados, travestis y bisexuales) la penetración anal es una práctica muy frecuente, y muchas veces es uno de los actos centrales en todo el proceso de obtener gratificación sexual. También es uno de los actos culturalmente más estigmatizados y de mayor significación simbólica y afectiva, y por eso hay que tomar varias precauciones, e incluso entrenarse para aumentar el disfrute de la penetración anal.

 

Es fundamental en este proceso aprender a conocer nuestro cuerpo y sus reacciones y funcionamiento; y la exploración y reconocimiento de nuestro cuerpo son necesarias, para lo que debemos vencer varias resistencias culturales.

Junto con el esfuerzo y la voluntad de aumentar nuestra capacidad de disfrutar del sexo anal, tiene que aumentar nuestra capacidad de defender nuestra salud. Aprender a disfrutar del sexo, y en particular del tan importante sexo anal, es aprender a quererse; pero hacerlo sin aprender asimismo a mantener intacta la salud y evitar las infecciones de transmisión sexual relacionadas con el sexo anal es una trampa de la poca autoestima que suele afectar a muchos de nosotros en varias etapas de nuestra vida.

El sexo anal, fuente de mucho placer, es también una vía posible para que se transmitan algunas enfermedades. Esta práctica sexual, si no se toman precauciones, es una vía de transmisión o, como se dice habitualmente, de contagio. El ano y el recto son áreas particularmente implicadas en la penetración peneana, y son áreas muy sensibles, cubiertas de mucosa que puede ser la vía de entrada para estas enfermedades, que llamamos ITS (infecciones de transmisión sexual), en general, que desembocan en ETS (enfermedades de transmisión sexual).

El preservativo es una herramienta fundamental para evitar la infección por VIH/SIDA, y esto ya nadie puede dudarlo; es también un mecanismo más eficaz de protección contra varias otras enfermedades, pero no contra todas.

Es fundamental que conozcamos la existencia y manifestaciones de las otras ITS, para que acudamos a la consulta de un especialista ante el menor indicio de que se produjo o pudo producirse el contagio.

ITS y ETS

Describamos entonces estas ETS, que se llaman así porque son enfermedades que se transmiten casi exclusivamente por contacto sexual íntimo. Antiguamente se las llamó “enfermedades venéreas”, y todavía en muchos libros y algunos servicios de salud se las llama así. “Venérea” significa “relacionadas con Venus”, que es el nombre latino de la diosa del Amor.

Algunas de estas ETS (enfermedades) o ITS (infecciones) se transmiten casi exclusivamente por vía sexual; otras tienen también otras vías importantes de transmisión, como hepatitis B, o el VIH/SIDA; pero siempre la vía de transmisión más difundida es la sexual.

Actualmente la ETS de la que más se habla es el VIH/SIDA, que ataca tanto al hombre como a la mujer; y si bien tiene otras vías de transmisión, la sexual es la más importante por la cantidad de potenciales afectados que involucra, ya que se transmite de varón a varón, de varón a mujer o de mujer a varón. El sexo anal, cuando no se utiliza preservativo, es uno de los mecanismos más eficaces para la transmisión del VIH en la vía sexual.

Nos concentraremos en este artículo en otras ETS no tan conocidas como el VIH, pero de las que vale la pena hablar porque están muy difundidas y traen problemas importantes. Atacan a los dos sexos, y muchas de estas otras infecciones sexualmente transmisibles (ITS), que pueden culminar en enfermedades transmisibles sexualmente (ETS) son casi totalmente desconocidas entre los y las jóvenes y adolescentes, y han sido algo olvidadas, sea por la publicidad y el miedo que genera el VIH, sea por la creencia errónea de que son curables o leves, o que no tienen importancia.

Entre las ITS más difundidas se encuentran la sífilis, la gonorrea, la hepatitis B y el herpes, de las que trataremos en este artículo.

SIFILIS

La sífilis es una enfermedad infectocontagiosa ocasionada por un microorganismo denominado treponema pálido. Si bien la vía de ingreso al organismo se da principalmente por contacto sexual, puede llegar a afectar cualquier parte del organismo: el treponema traspasa la mucosa, o la piel erosionada, hasta llegar a contaminar el torrente sanguineo, que lo lleva a órganos muy alejados de los genitales.

Se adquiere prácticamente siempre por contacto con una lesión infecciosa. La lesión más conocida es el chancro, característica del período primario de esta enfermedad; pero también hay lesiones propias del período secundario (lesiones sifilíticas en la piel o en las mucosas).

El periodo de incubación es el tiempo que tarda en aparecer el chancro, a partir de que se produjo la infección. La incubación tarda unas tres semanas, pero puede reducirse a una si existe algún otro proceso infeccioso que, al debilitar la mucosa, facilite el trabajo al treponema.

El chancro puede aparecer sobre cualquier mucosa que haya estado en contacto con el treponema. En los varones es común en la cabeza del pene, y en las mujeres en la vulva; ambos sexos puede tenerlos en la boca y garganta, y en el ano y el recto.

En su estado inicial el chancro suele pasar inadvertido. Es una pequeña aureola rosada, en general inferior a 1 cm. de diámetro, y hacia el cuarto día adopta la forma de ulceración de color rojo carne.

En los varones, por las condiciones de humedad y aireación, es en la mucosa que recubre la cabeza del pene donde suele ubicarse. En un varón contagiado durante una penetración anal, el chancro puede ser más o menos visible alrededor de la zona que rodea el ano, y por su forma suele confundirse con una fisura anal. Si está dentro del canal rectal, directamente pasa desapercibido, pues no hay otros síntomas. En las mujeres (y también en las lesbianas, porque la sífilis tiene transmisión de mujer a mujer) suele estar en la vulva, en boca o garganta.

En la mayoría de los casos la infección pasa desapercibida, sea por la ubicación o por lo diminuto del chancro; esto se hace todavía más fácil porque el chancro no produce dolor. Todo esto, y la falta de información para detectarlo, hacen que no se lo note; y puede pasar que este síntoma no aparezca, porque se estaban tomando antibióticos por otra afección. Por cualquiera de estas causas, la infección pasa desapercibida y la persona desconoce que la padece.

De 30 a 45 días después de su aparición, el chancro desaparece sin dejar ninguna cicatriz. En este momento la enfermedad entra en la segunda. etapa, la más contagiosa, que puede prolongarse hasta 6 meses. En este período puede haber fiebre, dolores de cabeza, dolor en articulaciones y decaimiento. En piel o mucosas pueden aparecer las llamadas lesiones sifílides (máculas y pápulas en la cara, axilas, manos y plantas de los pies, placas en las mucosas de boca, garganta y recto, condilomas alrededor de los genitales, y pérdida brusca de cabello en zonas bien delimitadas del cuero cabelludo). Estas manifestaciones a veces se confunden con síntomas de otras afecciones, lo que permite que la enfermedad siga pasando desapercibida.

Después de la lesión primaria y del brote secundario, la sífilis se oculta y parece clínicamente curada. En realidad ha comenzado la etapa de la latencia. Hasta un año después de ocurrido el contagio el enfermo tiene las mayores posibilidades de contagiarla a otras personas.

De allí en más, entre los dos y veinte años del contagio, la enfermedad puede volverse más o menos grave dependiendo de los órganos que ataque. Cuando afecta corazón y arteria aorta, o el sistema nervioso central, es cuando trae mayores complicaciones incrementando el riesgo de muerte.

Es importante recalcar que la sífilis es grave, y hay que incentivar la consulta al especialista cuando hubiera sospecha de contagio.

Uno de los consejos habituales que se da a los varones es que se laven bien el pene y las manos con agua y jabón inmediatamente luego de un contacto sexual, pues el jabón destruye al treponema. El mismo consejo es útil para las mujeres; pero este procedimiento no es útil para el varón que fue penetrado por vía oral o anal. La única recomendación efectiva es utilizar siempre preservativo; y entre mujeres, o bien usar campo de látex, o abstenerse al ver la lesión en la otra persona.

Para detectar la sífilis cuando el chancro ya ha cicatrizado se realiza un estudio serológico de laboratorio (VDRL), para el que debe extraerse sangre. Este estudio lo puede recetar cualquier médico, y lo suelen prescribir junto con el ELISA para el VIH/SIDA.

Una vez detectada la enfermedad es perfectamente tratable, y los síntomas desaparecen rápidamente. Pero es fundamental realizar estudios posteriores para verificar la ausencia total del treponema en el organismo.

GONORREA o BLENORRAGIA

La gonorrea fue bautizada así por Galeno pensando que era pérdida de esperma (gono: semilla,semen). Lo hizo pensar así el síntoma de la supuración de un líquido amarillento por el canal de la orina (uretra). Esta enfermedad también es conocida como blenorragia por otra interpretación errónea: se creyó que era pérdida de moco (bleno significa mucus, moco).

En realidad es causada por un germen llamado gonococo Neisseria gonorrhoeae (NG), que se transmite de persona a persona por contacto sexual, y en los varones afecta las mucosas del aparato genital, especialmente la uretra, y la mucosa del ano y recto. También puede afectar la garganta (infección por sexo oral o bucogenital) y los ojos, a los que llega al tocárselos inadvertidamente con las manos.

En los hombres hay síntomas claros: en la uretra aparecen gotas de pus. En la mujer hay que hacer un cultivo, después de tomar una muestra de secreciones con un espéculo. Como los síntomas suelen ser menos marcados, las mujeres deben observarse más; pueden tener picazón en la vulva y la zona anal, quizás una secreción, y sensación de ardor al orinar.

En el hombre, cuando la infección se inicia en el pene, los síntomas aparecen de 3 a 21 días de producido el contagio: ardor y dolor al orinar, y una supuración persistente de un líquido amarillento por el canal de la orina (uretra). La diseminación de la infección puede afectar la próstata y los testículos.

La inflamación de la próstata puede derivar en abceso, y al comprimirse esta glándula contra la pared del recto puede haber dolor al defecar. Este proceso a menudo se acompaña con fiebre que alterna con escalofríos.

Uno o ambos testículos también pueden ser afectados, y los síntomas son dolor local, endurecimiento y movimiento anormal del testículo dentro de la bolsa.

A las cuatro semanas del contagio, si la infección no es tratada, suelen atenuarse los síntomas en el canal urinario (uretra), aunque de existir suelen permanecer los síntomas de inflamación de prostata o los testículos.

Cuando la infección se origina en el ano, transcurrido el periodo de incubación, pueden aparecer algunos trastornos funcionales, generalmente no muy molestos: algún escozor anal, pequeñas hemorragias luego de defecar, mucosidad en las heces. Pero en la mayoría de los casos pasa desapercibida, y este es el mayor riesgo para el infectado y para todos aquellos que tengan contacto sexual vía anal con él.

La confirmación definitiva sólo puede surgir de un estudio de exudado rectal. Lo realiza el proctólogo (especialista en el ano y el recto), y consiste en la introducción de un isopo para retirar una muestra de la mucosa que recubre el canal rectal.

Los síntomas de la infección originada en la garganta pueden ser inflamación, congestión, edema y supuración más o menos difusa.

Si no se la detecta y se la trata correctamente, la enfermedad puede pasar a ser asintomática y seguir diseminándose por el organismo. Aunque no lo hace de un modo tan eficiente como la sífilis, la gonorrea también puede llegar a afectar el corazón y el sistema nervioso central. Es más común que provoque cuadros de dolor en las articulaciones.

Otra complicación de esta enfermedad no tratada o mal curada es la autocuración por fibrosis. En este caso, nuestro organismo produce una multitud de células para atacar al invasor, y esas células pueden acumularse hasta llegar a obstruir parcial o totalmente los conductos de la orina, del líquido preseminal y del esperma (uretra y deferentes).

La gonorrea, cuando no hay complicaciones graves, también se cura administrando penicilina. Pero cada vez es más común encontrar cepas resistentes a este medicamento. Ante cualquier indicio lo importante es no dejarse estar y recurrir al médico, si es posible un especialista en ETS, un urólogo o un proctólogo, y nunca automedicarse, pues se corre el riesgo de provocar resistencia al antibiótico y agravar el problema.

Respecto de la prevención, tanto para la sífilis como para la gonorrea la única forma segura es incorporar el preservativo, no como un castigo, sino con naturalidad a nuestras prácticas sexuales. En las mujeres la propia observación es fundamental.

El sexo bucogenital es peligroso, porque en estas enfermedades practicar sexo oral sin preservativo a alguien enfermo en periodo de contagio es una práctica de elevado riesgo de infección.

HERPES GENITAL

El agente responsable es un virus, el Herpes Simples (HSV 1). Se transmite por contacto directo: un contagio propiamente dicho, que es muy fácil en el momento de la relación sexual. Es una infección muy frecuente; el virus entra por la piel o la mucosa, y se multiplica en un plazo de tres a veinte días. En este primer período es muy contagioso, y puede provocar fiebre y la erupción de pequeñas vesículas en los genitales o la región anal. Las vesículas evolucionan como pequeñas úlceras dolorosas, y duran unos veinte días antes de cicatrizar. Si se las trata con aciclovir, cicatrizan antes, pero la enfermedad no se ha curado: entra en un período de latencia, donde es poco contagiosa.

Las vesículas se producen cuando el organismo se defiende contra los virus, y la cicatrización aparece cuando las células infectadas son destruidas; pero el virus se refugia en las células nerviosas y permanece allí dormido, hasta que se produce la primera recidiva: por algunos factores desencadenantes, que pueden ser fatiga, frío, otras infecciones, exposición al sol y otros, vuelven a aparecer las vesículas, menos dolorosas, y cicatrizan. Durante las recidivas la enfermedad se hace más contagiosa. No hay tratamiento curativo, pero se puede controlar con pomadas antivirales y si es necesario se administra aciclovir; y durante los accesos hay que evitar tener relaciones sexuales: ni siquiera las relaciones con preservativo son permisibles.

Puede haber complicaciones en las personas que conviven con el VIH, que tienden a tener fuertes recidivas, y las embarazadas pueden infectar a sus bebés en el parto.

El herpes del labio, que se comunica por el beso, es causado por otro virus; las precauciones y el tratamiento son iguales que en el herpes genital.

HEPATITIS

Hay fundamentalmente dos virus responsables de ETS: el virus de la hepatitis B (HBV), y, aunque aparece más raramente, el virus de la hepatitis C (HCV).

Se transmiten por vía sexual, por transfusiones, por intercambiar jeringas o agujas, por la saliva y de la embarazada al hijo por nacer. Provocan una inflamación del hígado y la destrucción de células hepáticas. Si el hígado logra expulsar el virus, se cura; si no, se produce una hepatitis crónica, que puede dar como resultado una cirrosis (destrucción completa del hígado) o, en el caso de la hepatitis B, un cáncer de hígado.

La hepatitis B tiene una incubación que alterna de uno a seis meses, y en ese período la persona es contagiosa. En la enorme mayoría de los casos, la infección no produce síntomas, y el organismo logra destruir los virus e inmunizarse. Después de curado, la persona deja de ser contagiosa. Pero en una cantidad menor de casos, se produce un daño importante.

En un grupo de personas, aparecen síntomas: ictericia y un síndrome gripal.

No hay tratamiento, pero algunas hepatitis crónicas pueden tratarse con interferón alfa. Sin embargo, CONTRA LA HEPATITIS B hay vacuna: es la única de todas las enfermedades de transmisión sexual para la que existe vacuna eficaz. Sin embargo, la gente no se vacuna por desconocimiento. Es muy importante vacunarse y enseñar a todos y todas que aplicarse la vacuna contra la hepatitis B es señal de una autoestima alta o en recuperación. Es índice de que uno se quiere a sí mismo, y que es capaz de hacerse cargo de la propia salud.

OTRAS ITS

Hay otras ETS: la clamidia, la tricomoniasis, el papiloma o condiloma, los micoplasmas, y la muy difundida cándida, que se atribuye erróneamente a las mujeres únicamente, y que es tan común en la boca o el glande de los varones como en la boca y la vagina de las mujeres. De ellas hablaremos en otro momento.

¡A cuidarse!